jueves, 3 de julio de 2008

La hoja de periódico

ayer fue un dia intenso de busqueda de contactos para enviarles spam... es decir! un correo electronico importante.

Mi mamá ya anda viendo que le autoricen sus vacaciones; después de la incapacidad parecería exagerado pero en realidad ni habrá tanto trabajo para cuando las pidamos. A ver qué pasa.



Ahi les va un cuento inventado :0

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Había una vez una hoja de periódico que se separó del machote que llevaba un repartidor en un día como todos los demás; la hoja se deslizó y cayó cerca de una banca de un parque. Un señor se acercó a levantarla para tratar de leer algún contenido interesante, pero al ser una simple hoja con información incompleta, la echó de nuevo con desprecio al suelo.

La hoja había perdido su función vital, en compañía de las demás hojas, para brindar los datos completos de una noticia; ahora sólo podía ofrecer la mitad de un reportaje, algunas gráficas aparentemente sin sentido e incluso la columna de un periodista rechazando la situación política actual.

Transcurrió el día y el sol brillaba en todo su esplendor en el parque; los niños corrían y gritaban mientras que los adultos compraban bebidas o helados para platicar de sus problemas cotidianos. La hoja, por su lado, era ocasionalmente pisoteada: primero por algún peatón despistado que debía llegar temprano a casa a visitar a su madre enferma; más al rato por algún adolescente enamorado que pensaba invitar a cierta persona a pasar el día juntos. Poco después algún niño con una bicicleta recién comprada e incluso un perro callejero que hurgaba en los rincones en busca de alguna sobra.

Conforme avanzaba el día, el sol empezó a ocultarse tímidamente ante un grupo de imponentes nubes grisáceas. Casi al momento comenzó a llover: las madres llamaban a gritos a sus pequeños, que parecían más extasiados que fastidiados por la lluvia. Un par de señores sacaron sus costosos paraguas mientras que un albañil, que había tenido un pésimo día laboral, corría para tomar el camión de regreso a casa mientras maldecía el tiempo. La hoja de periódico, mientras tanto, se limitaba a seguir en su lugar: las marcas de las pisadas y la tinta comenzaban a diluirse en el agua de lluvia, mientras que el papel comenzaba a reblandecer.

Un par de horas después la lluvia cesó: la hoja de periódico permaneció íntegra pero totalmente inservible: se encontraba ligeramente enlodada, la letra no podía leerse y sus gráficas eran mucho menos entendibles que antes. Posiblemente a la madrugada siguiente pasaría un barrendero y a final de cuentas la terminaría echando con el resto de la basura sin que hubiera podido cumplir una misión antes, como el resto de las hojas de periódico.

Mientras el suelo se secaba, un niño se acercó a la hoja de periódico semihúmeda y la levantó; la miró con detenimiento y probó su flexibilidad. Como vió que podía soportar ser doblada, en un momento empezó a hacer un barco de papel con ella y la dejó navegar en un charco semiprofundo creado por la lluvia. El niño impulsó levemente el barquito y lo contemplo dar una, dos, tres vueltas alrededor del charco antes de que su madre lo llamara para irse. El niño entonces se alejó corriendo mientras el barco permaneció ahí, navegando.

No se sabe qué fue de la hoja de papel: si el agua del charco la destrozó o si efectivamente llegó el barrendero y la tiró en la basura, pero es seguro que, si bien no pudo formar parte de un periódico, al final pudo ser un barco.

1 comentario:

Px dijo...

Moraleja de la historia:
No te preocupes, si cometes un error siempre podrás terminar siendo un barco =)